6.18.2009

carta para un preso

Gordo:

Nomás me enteré que caíste preso y la verdá es que corrí a contárselo a mi tía Juliana. Ella siempre me dijo que eras una mala amistad. Yo nunca le hice caso, ya ves. Y para que veas que sigo siendo tu cuate, te escribo esta carta desde el blog, porque a mí eso de ir a visitar presos no me gusta, especialmente por que sé que en el mismo sector donde vos estás recluído también está el Rony, y a ese culero todavía le debo dinero.
Así que como sé que tus amigos narcos tienen internet en la cárcel y teléfonos y toda la vaina, estoy seguro que vas a leer esto, porque como vos me dijiste: soy el único huevón que lee tu blog ese del apostador.
Bueno, gordo, quiero decirte que aunque te esperen ocho años de prisión, acá en la cuadra no te vamos a olvidar. Y si, vamos a cuidar tu carrito, ya el Néstor le está viendo la cambiada de llantas y todo, ya se llevó dos para revisarlas namás, no te vayás a ahuevar.
Tu vieja está bien, resignada como siempre, hasta se le había olvidado cuándo era la audiencia para tu sentencia, hasta que yo se lo recordé con un recorte de prensa donde salió tu foto bajo el titular: condenan a narco a ocho años.
El recorte me lo dio la tía Juliana.
Y hablando de traidas, Gordo, quiero decirte que la Bibi te sigue esperando, dijo que lo va a hacer durante diez años si es necesario, porque al final de cuentas, vos sos el padre de su primer hijo. Aunque tenían dos, o no? a chingao.
Dice la mara que la Bibi no es buena patoja y que ya se consiguió un su traido por ahí. Que es más, que tenía otro, desde que estabas libre y que fue ella quien te delató.
Yo no sabría decirte, mano, yo el día en que te agarraron, andaba comprando dulces en Tapachula, te acordás va, va que si?
pero bueno, como sé que no lees mucho, mejor termino acá y me despido.
Saludame al Rony de todas maneras.
Que estés bien.

JP.

PD: Ah mirá Gordo, si te llegan a contar que yo soy el que anda con la Bibi, tu traida, son puras pajas, vos acordate que somos cuates, desde chirices.
no se te olvida va!!!

como ser un dandy entre los corrientes

si vas a una fiesta cervecera, pide en lugar de un litro de la más barata bien fría, una botella de vino, que por más barato que sea, impactará.

bebiendo de tu copa, en vez de comer de las entradas comunes de los otros, pide las tuyas, que aunque no combinen con el vino, impactarán.

bebiendo tu copa de vino y comiendo tu entrada de flautas de pollo, búscate una conversación abstracta con un tipo que no sea yo.

no me jodas.

aquí el único dandy soy yo, aunque no me alcance para el vino ni las flautas.
me cago en las billeteras vacías.

versiones de mi abuelo sobre mi separación

versión uno

- Abuelo, me separé (octubre dos mil ocho)
- Bueno, qué bien que fue ahora y no después de diciembre. Así ya no tengo que comprarle regalo de navidad, ni vos tampoco.

versión dos

- Abuelo, tengo novia.
- Está bien mijo. Siempre hay que buscar dónde pasar el agua. Aunque te doy un consejo: no vayás a dejar hijos regados por ahí. Eso está de la chingada.

(mi abuelo meditativo piensa en sus hijos extramatrimoniales, yo, en que debería hacer una lista de preguntas a mi abuelo y publicar todas sus respuestas en este blog)


5.25.2009

los lunes siempre llego tarde al trabajo

Todas las madrugadas de lunes uno debería jugarselo todo a la ruleta. O a los dados. Justo como Dios hizo con el domingo. Es sólo que uno, ya esperó su turno.

4.05.2009

domingo al mediodía

El otro día follé con la hija de mi jefe. La tipa es espantosa, pero es la hija del hijueputa ese. Tiene esos aires de persona muerta. Es pálida, como una hoja de papel y el aliento le huele a plomo. En realidad adoro follármela, es sólo que no me gusta que diga mi nombre tantas veces, ni que me diga que me ama como nadie. A mí las tipas no me aman, me necesitan. Así que ya no lo haré con ella otra vez. Puede ser que yo también llegue a amarla, porque es fea y tiene dinero.
Hoy me pidió que la fuera a buscar a la iglesia. No fui, y para olvidarla salí a comer lejos de la ciudad. Noventa kilómetros recorrí a ochenta kilómetros por hora. Llegué al restaurante y esperé una mesa, iba con la hermana de un amigo. Cuando nos dieron la mesa pedimos chorizos ahumados y el asado completo. Nos trajeron una bandeja con carbones encendidos debajo. La carne hacía un ruido tsssssss. Sacaba un olor exquisito a sangre quemándose.
Me gustaría tener un restaurante a la orilla de la carretera, igual que ese. Pondría música de motociclistas. Música ruda y no la que oyen los pendejos de ahora. Rock'n roll y blue grass. Lo normal.
Eso es: tener un lugar al lado del camino y hacer vida con una mujer que conduzca un camión. Una que haga sonar el claxon cuando pase, para que sepa que tengo que arreglar la cama. Y ver que todos coman sus platos hirviendo, mientras se juran a sí mismos que no follaran otra vez con la hija de su jefe.
Joder, hace calor y no creo que pueda ni siquiera levantarme a mear la cervezas.

3.30.2009

mis vecinos y la ópera

El sábado por la noche no pude dormir ni un quinto. Es poco usual que esté en casa ese día y a esa hora. Este sábado quería descansar. Pero joder, los vecinos tenían una fiesta y en ella, el reaggeatón fue el acabose. Quizá el problema en sí, fue que yo estaba entre las sábanas completamente sobrio, pensando en cómo recuperaría mis ahorros perdidos en el casino de la Lotería del Niño, mientras escuchaba Tú me dejaste caer de Daddy Yankee. Tal vez el problema fue que yo estaba metido entre las sábanas, mientras en la fiesta dos mujeres despampanantemente voluminosas enseñaban su escote y la delgada linea de sus tangas al ritmo de Tego Calderón, bailando solas, sin nadie que las consolara en su dolor. La cuestión al final, sea lo que fuere, resultó en que yo no descansé. Y el domingo me levanté absolutamente de malas y tarde. Tan tarde que no pude asistir a la misa de once a implorarle a Dios que me devolviera los ocho mil quetzales que perdí en la lotería del Niño. No es nada, en realidad. Son apenas mil dólares. La limosna que debe dar cualquier piadoso del Opus Dei. Sin embargo para mi, puede ser la salvación: de las sábanas limpias, de la música fuera de casa y del tedio. Con mil dólares consolaría a una dama. Pero no será esta semana. Así que mientras, me preparo un martini, sin aceituna y seco. Pondré un disco de Stan Getz. Compraré antiácidos en la farmacia. Rescataré los condones de sabores del auto y haré una visita domicilar a Damaris, la hija mayor de mi jefe.