3.30.2009

mis vecinos y la ópera

El sábado por la noche no pude dormir ni un quinto. Es poco usual que esté en casa ese día y a esa hora. Este sábado quería descansar. Pero joder, los vecinos tenían una fiesta y en ella, el reaggeatón fue el acabose. Quizá el problema en sí, fue que yo estaba entre las sábanas completamente sobrio, pensando en cómo recuperaría mis ahorros perdidos en el casino de la Lotería del Niño, mientras escuchaba Tú me dejaste caer de Daddy Yankee. Tal vez el problema fue que yo estaba metido entre las sábanas, mientras en la fiesta dos mujeres despampanantemente voluminosas enseñaban su escote y la delgada linea de sus tangas al ritmo de Tego Calderón, bailando solas, sin nadie que las consolara en su dolor. La cuestión al final, sea lo que fuere, resultó en que yo no descansé. Y el domingo me levanté absolutamente de malas y tarde. Tan tarde que no pude asistir a la misa de once a implorarle a Dios que me devolviera los ocho mil quetzales que perdí en la lotería del Niño. No es nada, en realidad. Son apenas mil dólares. La limosna que debe dar cualquier piadoso del Opus Dei. Sin embargo para mi, puede ser la salvación: de las sábanas limpias, de la música fuera de casa y del tedio. Con mil dólares consolaría a una dama. Pero no será esta semana. Así que mientras, me preparo un martini, sin aceituna y seco. Pondré un disco de Stan Getz. Compraré antiácidos en la farmacia. Rescataré los condones de sabores del auto y haré una visita domicilar a Damaris, la hija mayor de mi jefe.